
Acudir al dentista una vez al año es algo de vital importancia de cara a preservar la buena salud de los dientes y de la boca en su conjunto. De hecho, durante estas revisiones pueden observarse posibles anomalías y tratarlas a tiempo antes de que generen un problema grave. Por ello, en este artículo nos hemos propuesto explicarte por qué debes ir y qué hará este especialista para que tengas una sonrisa saludable y bonita.
En cualquier revisión anual lo primero que se hace es observar el estado de los dientes para buscar caries u otros problemas similares. Por lo general, estas son detectables a primera a vista, por lo que podrás saber exactamente si tienes alguna que necesita de un empaste o una reconstrucción en el mismo momento en que efectúas la visita. Además, también puede determinarse si existe desgaste por bruxismo (rechinar los dientes) o si se están produciendo desplazamientos.
También es frecuente que se realice una radiografía para analizar con más detenimiento la estructura de los dientes y hacer un diagnóstico acertado. En este sentido, gracias a estas pruebas, es posible determinar si las muelas del juicio están causando los desplazamientos a los que ya hemos hecho referencia o, simplemente, si necesitan ser extraídas. También es importante analizar si el paciente ha perdido alguna pieza dental y cómo ha influido esta circunstancia en el resto de la boca y de la encía.
En cualquier revisión anual efectuada por un dentista se presta especial atención al estado de las encías. De hecho, su importancia es vital. Y es que si, por ejemplo, existen bolsas periodontales, es posible que se produzcan pérdidas en el hueso alveolar. Asimismo, se examina la coloración de la encía y se hace especial énfasis en el sarro acumulado. En este sentido, lo normal es llevar a cabo una limpieza que elimine la placa bacteriana por completo.
En definitiva, el refrán que dice 'es mejor prevenir que curar' es la base sobre la que se cimientan las revisiones anuales del dentista. Y es que, detectando los problemas de la boca a tiempo, es posible subsanar los problemas de forma mucho más rápida y sencilla y, por tanto, evitando tratamientos más complejos y caros. De hecho, una simple caries que puede subsanarse con un empaste, si se deja demasiado tiempo, puede afectar al nervio e, incluso, romper el diente, haciendo que sea necesaria una endodoncia o una reconstrucción.